RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
El
conflicto es un rasgo inevitable en el ser humano, también se caracteriza por la versatilidad, y, en este
campo, la mantiene manifestando distintos estilos de afrontamiento ante
situación problemáticas. Incluso, somos capaces de variar nuestro
comportamiento a medida que las circunstancias de un conflicto varían,
adaptándonos a la nueva realidad.
Se
consideran cuatro estilos principales de afrontamiento:
EVITACIÓN
Conlleva,
inevitablemente, la no negociación. No existe interdependencia entre las partes
puesto que una de ellas niega el problema. Baja preocupación por la relación y
los resultados.
ACOMODACIÓN
Utilizada
cuando el objetivo principal del intercambio es construir o fortalecer una
relación. Se considera una variante de la evitación. Alta preocupación por la relación
y baja por los resultados.
COMPETICIÓN
Percibe
el conflicto como una relación de pérdida-ganancia. Es posible que ambas partes
mantengan sus opiniones inamovibles dando lugar a un desacuerdo continuo. Baja
preocupación por la relación, alta por los resultados.
SOLUCIÓN DE PROBLEMAS
Las
dos partes perciben el conflicto como una parte natural en las relaciones
humanas. Buscan una solución que satisfaga todos los bandos, ganancia-ganancia.
Alta preocupación por la relación y los resultados.
Modificar
el patrón de comportamiento se torna, pues, una ardua tarea, pues requiere un
gran trabajo personal de reajustes mentales. No obstante, desde este espacio,
proponemos tres estrategias desde los que se debe producir el cambio de manera
simultánea.
TOMAR CONCIENCIA
Se
refiere a reflexionar sobre nosotros mismos, nuestra conducta de afrontamiento,
nuestros sentimientos y reacciones. Confrontar con nuestro “yo” más profundo e
íntimo derivará en el hallazgo de nuevos modos de identificar distintas
alternativas de respuesta a los problemas.
BUENA DISPOSICIÓN
Esta
transformación exige un compromiso personal y mucha buena voluntad para que se
desarrolle la renovación a varios niveles que se condensan en las siguientes
premisas:
Experimentar
y madurar nuevos modos de acercamiento al conflicto.
Examinar
y, probablemente, modificar parte de nuestro sistema de creencias.
Ser
flexibles a la hora de enfocar nuestro papel dentro de él de un modo
completamente diferente.
Realizar
un ejercicio de humildad que se traduce en permanecer abiertos a la crítica
constructiva de los otros.
HABILIDADES
Consideramos
tres aptitudes que se deben entrenar con insistencia para lograr ser
competentes en la resolución de conflictos:
- Conseguir enviar un mensaje en el que se expresen, claramente, sentimientos y necesidades.
- Escuchar eficazmente.
- Optar por el enfoque adecuado según la situación planteada.
REFERENCIAS
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